Alimentarse es una necesidad básica para la vida.
Promover una alimentación saludable ha sido un tema prioritario de actuación para mejorar la salud de la población. En la actualidad la sociedad ha adquirido consciencia de la importancia de adoptar unos hábitos alimentarios correctos ya que comer sano contribuye al bienestar, promueve la salud y protege de la enfermedad.
Tradicionalmente la Dieta Mediterránea ha formado parte de nuestra cultura aportando beneficios a nuestra salud. La Dieta Mediterránea combina el uso de determinados alimentos siendo rica en cereales, alimentos de origen vegetal (frutas, verduras, legumbres), pescado y comedida en carnes rojas y productos lácteos. Todo ello complementándose con un adecuado descanso, llevar una vida activa (pasear, ir en bicicleta, subir las escaleras, etc.) y la práctica de actividad física.
Muchas enfermedades frecuentes (obesidad, diabetes y enfermedades cardiovasculares), pueden ser prevenidas y aliviadas por una adecuada alimentación y la práctica de estilos de vida saludables, elevando así el grado de salud individual como de la población.
El cuerpo humano experimenta cambios fisiológicos a lo largo de la vida. Estas modificaciones son más destacadas a partir de los 40 años, edad en la que el organismo entra en la madurez.
Llevar una dieta rica, variada y saludable previene la aparición de enfermedades y retrasa el envejecimiento. Este equilibrio dietético debe ir acompañado de hábitos saludables como la realización de ejercicio físico, beber dos litros de agua diarios, masticar bien, no saltarse ninguna comida y establecer sus horarios.
La alimentación está directamente relacionada con la salud y el bienestar. La alimentación es el conjunto de actividades mediante la cual los humanos tomamos alimentos del exterior para la nutrición. Los alimentos se componen de sustancias nutritivas que deben transformarse mediante la digestión, absorción y metabolismo.
Para conseguir una alimentación saludable es imprescindible realizar una dieta equilibrada y variada que aporte todas las vitaminas, minerales y energía necesarias para el cuerpo.
No existe ningún alimento que contenga todos los nutrientes que el cuerpo humano necesita, por ello la importancia de la variedad pues cada nutriente realiza unas funciones concretas en el organismo.
Los hábitos alimenticios están condicionados por factores socio-culturales, económicos, psicológicos y geográficos que evolucionan originando nuevos estilos de vida. En el mundo occidental estos hábitos están caracterizados por una excesiva ingesta de alimentos y un elevado consumo de proteínas y grasas de origen animal. Para conseguir una dieta equilibrada los alimentos de origen vegetal deben ser la base alimenticia, reduciendo el consumo de origen animal, principalmente terrestre, y los azúcares y dulces.
Una alimentación saludable requiere, en muchos casos, de una educación nutricional que debe promoverse desde la infancia, pues los hábitos adquiridos en esa etapa son fundamentales para una correcta nutrición en las edades adultas y una prevención de las enfermedades vinculadas a los trastornos alimenticios. Los efectos positivos o negativos de la alimentación tendrán repercusión, tarde o temprano, en la salud.
La alimentación, pese a seguir unas pautas generales, ha de adecuarse a las necesidades nutricionales del organismo en función de la edad, el sexo, la actividad y las situaciones fisiológicas especiales (embarazo, enfermedad, lactancia...).